Al pasar por Edimburgo, hay que asegurarse de asistir al Jardín Botánico de la ciudad, la cual es una de las más subestimadas atracciones turísticas que ofrece la capital escocesa. En sus comienzos a finales del siglo XVII, fue el primer jardín botánico de Escocia y se extendía alrededor del área de una cancha de tenis. Siendo tan antiguo, los escoceses desarrollaron las habilidades necesarias para preservar a través del tiempo las plantaciones más exóticas del norte de Gran Bretaña. Aquí se albergan cerca de 270 mil plantas individuales las cuales representan el 4% de todas las especies de vegetación conocidas. Visitarlo implica descubrir sus casi 350 años de historia, aprender sobre sus plantaciones en sus 70 mil metros cuadrados. Un disfrute para la familia y para los ecoturistas.