Es el mayor de los islotes de la Caldera y es un ambiente un poco pequeño pero adecuado. Además de dar cara con Oía tiene una atmósfera de densa calma. Es un lugar para variar, y escapar de la movida vida nocturna de Santorini. Al no ser muy popular te ofrece un ambiente más autóctono y sumamente mágico. Este recomendado para personas que desean tener una íntima experiencia con los colores que regala el horizonte marítimo. Sus poblados tienen la misma característica de las ciudades de Santorini, pero como ya mencionamos, con esa quietud de la que provoca llevar el ritmo más pausado. Sus playas, casi todas vírgenes ofrecen una colorida con su arena volcánica y la pureza de sus aguas. Además de sus pueblitos salpicados de iglesias y de hermosos jardines tendrás a disposición senderos naturales para hacer largas caminatas.