Este paso que cruza el río Moldava se trata de uno de los puentes más concurridos entre sus pares de origen medieval. Técnicamente es más visitado que el castillo mismo, por lo que fácilmente debemos incluirlo a los sitios para presumir en nuestra escapada a Praga. Posee un par de torres góticas de suma belleza y en el día se abarrota de gente. Por su amplitud en ocasiones no da abasto para un flujo continuo de almas curiosas. Este puente es obra del Rey Carlos IV para sustituir un anterior puente en el siglo XIV, lugar donde también ocupó un puente romano. Tiene una longitud de 500 metros y es depositario de un par de leyendas referente a su construcción. Dejemos que algún habitante nos relate cuál es la relación en la fecha y el material usado para la construcción de este resistente puente.