Es un templo que muestra épocas doradas y de decadencia en la vida monástica. Todo un patrimonio digno de visita por su antigüedad y vidas pasadas que se inmortalizaron en él. Fue el rey Alfonso VI impulsor de esta misión al donar terrenos y la construcción a un miembro de la abadía de la Chaise-Dieu. Como muchos lugares su membresía fue decayendo cuando ya en el siglo XVI quedaban no más de 5 miembros. De sus ruinas aun se conservan el claustro y algunos retazos de su iglesia. Como toda joya del camino de Santiago cumplió un papel importante para el peregrinaje como hospital. En la actualidad hace vida un museo que expone la obra pictórica de Marceliano Santa María. Algunos atractivos de corte permanente y temporal suelen endulzar a los locales y visitantes con eventos y funciones culturales.