A pesar de sus anexiones, esta iglesia conserva un formidable estilo mudéjar en el barrio homónimo. En tiempos ancestrales albergaba gremios y que luego de la reconquista tuvo una expansión notable. Construida sobre una antigua ermita tuvo en principio nave única; su torre de campanario sirve de mirador donde se pueden obtener vistosas panorámicas del entorno. Para admirar la belleza basta con situarse en frente a cierta distancia para detallar sus anexos como el claustro que yace alrededor del campanario. Esta construcción deja entrever en sus ventanales puntiagudos la mezcla del gótico con el arte mudéjar de los siglos XIII y XIV. Sus capillas de un flamante arte renacentista y entre ellas el presbiterio, posee un complejo trabajo en platería. Es una imprescindible visita sobre todo cuando se trata del tercer templo de suma importancia en la ciudad.