Tal como sucede en algunas ciudades de España, esta catedral supone la conservación en místicos puntos de la ciudad donde en épocas anteriores servía como el foro romano, mezquita e iglesia visigoda. Prácticamente es como si este punto estuviera destinado a albergar construcciones importantes. Vale la pena visitarlo y sentir el magnetismo de diversas culturas que aun circunda. Por poseer diversas tendencias artísticas, representa un importante lugar en el conjunto de monumentos que ofrece Aragón a la humanidad. El estilo tardo romano se fusiona con los elementos internos que denotan el renacentismo. A su vez el barroco se hace espacio para que el gótico haga matiz con el mudéjar. Al entrar a la catedral la impresión te traslada a un lugar celestial, gracias al juego que la luz natural hace en el interior. Disfruta de esta experiencia junto al Museo de Tapices en plena Plaza de la Seo.