Su construcción del siglo XIII recuerda mucho a las catedrales francesas del gótico más puro. Procediendo de aquel oscuro medioevo, al entrar en la catedral da la impresión de cruzar el umbral que significaba una frontera entre lo duro y lo sublime. La catedral tiene nada menos que 1.800 metros cuadrados de vidrieras. Su conservación se ha convertido en un objetivo de primer orden, como resultado podéis acercarte a ellas. Los arquitectos góticos hicieron posible una fachada que, lejos de ser maciza, permite importantes espacios para la luz natural. Al pie del altar mayor en una urna de plata se conservan los restos de San Froilán. Como todos los museos de catedrales, esta guarda cantidad de tesoros artísticos, desde esculturas románicas hasta piezas de orfebrería, por no hablar de un curioso armario mudéjar y antiguos códices de gran valor. /-Catedral de León-/