Lisboa tiene una fama peculiar en su gastronomía. La repostería no se queda atrás en cuanto a atractivo, sobre todo por lo tradicional que resultan sus repostería. Este manjar es una creación casi que accidental de los monjes pertenecientes al monasterio de los Jerónimos. Estos eran los garantes de la receta secreta de los pasteles. A su vez los remanentes de las claras de huevo servían para almidonar las telas y extender su vita útil. Esta receta fue vendida a un empresario de nombre Domingo Alves, durante el cierre del monasterio en plena revolución Liberal. Aquel empresario depositario de tan magnífico secreto levanto lo que hoy conocemos como la Casa de los pasteles de Belém. En casi 2 siglos ha sabido conservar la tradición de tan conocido postre, cuya demanda supera las 20 mil unidades al día en promedio.
/-Casa Pastéis de Belém-/