Lo impresionante de esta maravilla de ingeniería civil es contemplar hoy en día la nostalgia de una ciudad romana próspera. Sus arcos perfectamente labrados en piedra al seco le han permitido soportar la carga material por casi ¡18 siglos! En buena forma y con el revestimiento original, un tramo considerable de esta maravilla permanece regia,dándole a Tarragona encanto. Recoger agua del río Francolí suponía la supervivencia del valle de Tarraco; al parecer este monumento lo hacía muy bien al transportar agua a una altura considerable que desafiara los relieves de un trayecto que 217 metros. La figura de sus arcos superpuestos y la mezcla geométrica se puede contemplar desde la carretera de Barcelona. Es inevitable dejarse atraer por esta joya para recorrer su canal interno y capturar una buena fotografía en él.